El día de la Danza.
En 2016 el doctor Alkis Raftis, presidente del CID “Consejo Internacional de la Danza”, publicaba en la web de la UNESCO y nos enviaba por correo electrónico un contundente mensaje para conmemorar esta fecha. Su objetivo era llegar al máximo de personas posibles, alertando de las competencias y defendiendo una celebración inclusiva tal como es la danza.
Como profesional con más de 35 años de experiencia, nunca he exigido a un coreógrafo, profesor o compañera un título académico ni me lo han pedido, para demostrar valía y profesionalidad para ejercer. Durante años, he observado los eventos que se realizan con el patrocinio del Área de Cultura de los ayuntamientos y critico que en algunas zonas haya un “monopolio totalmente blindado” de la celebración de esta manifestación universal, que cuenta solamente con la participación de las escuelas de danza privadas o “asociaciones” laborales. En mi opinión, esas asociaciones inscritas con enunciados del estilo, “en defensa de la danza”, “profesores de danza”, “ bailarines”, etc., no tienen ninguna autoridad para gestionar un evento municipal, ni para decidir quien participa en los festejos.
Los consistorios de otras zonas del país han entendido siempre que este es un acto popular promoviendo la alta participación mientras que en la provincia de Tarragona, no. Bajo el único criterio de una asociación, los que no pertenecen no entran en el uso y disfrute de la fiesta que a veces incluye la producción de un vídeo conmemorativo a cargo del presupuesto municipal.
Estoy hablando de la exclusión del AMPA escolar; asociaciones de vecinos y culturales; clubs de hobby, centros cívicos y grupos amateur. En general no vinculados a la enseñanza académica o reglada. Por lo tanto, en muchos municipios de Tarragona se convierte es una muestra clasista y choca de frente con el objetivo de este evento, de manera que extrapolando a otros eventos establecidos: el “Día del Libro” no es sólo para los lectores de la biblioteca y el “Día de la lucha contra el Cáncer”, no es patrimonio de los enfermos de los hospitales.
Para esta celebración instaurada en 1982, el 29 de abril, en modo alguno se estipula que deba ejecutarse el ballet clásico o una disciplina de conservatorio, aunque esté relacionada con el nacimiento del bailarín y coreógrafo Jean-Georges Noverre.
Desde el CID se propone la necesidad de estudiar, mejorando técnica y artísticamente con unas garantías pero también subraya la libertad de elección en la práctica, no sometiéndose a ningún tipo de institución estatal o interés comercial.
He sido preparadora de bailarines noveles de “Equity” U.K. en tiempos de giras de teatro; docente con escuela propia precisamente en Salou; también en otros centros de Barcelona y en asociaciones culturales “sin fines lucrativos” en beneficio de unos niños que no podían acceder a la danza privada por la economía familiar o por no tener unas expectativas de carrera. A veces era suficiente con sacarlos de la calle y darles, más que disciplina que para eso están las academias militares y los educadores según el caduco sistema del Este, simplemente arte; ilusión; expresión creativa; compañerismo; pertenencia al equipo y una importante forja de la voluntad.
Víctor Ullate, llevó la danza a la infancia desfavorecida en Madrid con una fundación que mucho le ha costado mantener. La película (y posterior obra de teatro musical) “Billy Elliot”, está basada en un chaval que descubre el ballet y el prejuicio en el club cultural de su pueblo. Otro ejemplo, lo tenemos en la historia del adolescente nigeriano, Anthony, cuyo vídeo bailando bajo la lluvia y en el barro, hace dos años, conmovió a una escuela, obteniendo una beca para estudiar en New York. Si, en algunos lugares se practica ballet en chozas y se hacen videoclips de baile moderno, como los de “Masaka Kids Afrikana”, que con suerte, les proporciona unos beneficios básicos que son derechos de la infancia como la ropa, el calzado e incluso alguna excursión, por parte de empresas que los han recompensado por regalar alegría y talento desde la miseria.
En cuanto al “mantra acusación” como son la competencia desleal y el impago de impuestos contra los mencionados grupos no académicos, eso es una excusa ya que todos pagamos a medida de lo que generamos.
La categoría de un docente de danza y el efecto que causa en sus alumnos no se mide por la normativa de las instalaciones, ni por las autorizaciones gubernamentales, ni por su tarifa, ni por la acumulación de falsos premios en concursos donde todos los participantes se llevan un diploma, ni por certificados de aptitud no homologados.
Lo mismo sucede con los coreógrafos, cambian la vida de sus bailarines más allá del arte y el oficio.
En la fecha del 29 de abril, se trata de hermanarse con un sentimiento solidario y festivo. Es el día de cualquier persona que practique, ame o desee bailar.
Todo lo demás discrimina, por mucho que alguna profesora con escasa comprensión del mensaje del doctor Raftis, tomase como un ataque personal mi apoyo en una carta al Diari de Tarragona. Esta señora se dio por aludida (cuando no mencioné a nadie) y en lugar de responder abiertamente en la prensa, me dejó un mensaje en Facebook lleno de resentimiento con dos absurdas afirmaciones que curiosamente me daban la razón con el argumento de que yo no sabía nada, pues su entidad invitaba a “algunos” y como tal asociación gestora “estaba abierta a sentarse y hablar”…
La pregunta que sigo formulando siete años después es: ¿a hablar con un colectivo absolutamente privado que hace gala del derecho de admisión con la aprobación de un ayuntamiento, para que la ciudadanía pueda usar en igualdad de condiciones la plaza o el entarimado en una fiesta global amparada por la UNESCO?
A algunos que hemos sido invitados a dichas asociaciones laboral-comerciales, declinando amablemente, nos pasa como a Marx, (Groucho quiero decir): “No quiero pertenecer a un club donde admitan a alguien como yo”. No soy de gremio ni sindicato, soy de guerrilla. Sabemos que este es un país de cainismo, martirio y posterior abandono de cualquiera que luche por el bienestar común. Entre el teatro, el cine, la música y la danza… esta última se lleva la peor parte en todos los aspectos.
Por lo tanto, no es por molestar y sirva para que los ciudadanos sin distinción reclamen lo que es suyo: bailar en armonía, disfrute y libertad el día 29 de abril y el resto del año.
The official message for Dance Day 29 April 2016, is dedicated to maintaining an open doors policy in teaching dance.
Alkis Raftis President of the International Dance Council CID, UNESCO, Paris.
The media report mainly on dance performances, rarely on dance classes. On the other hand learning dance is more widespread than performing: ten times more people practice dance in class than perform on stage. The current economic crisis barely affected dance schools: while many businesses closed very few dance schools did, at worst they lost some students. This proves once more that dance is among the most basic needs – people opt to reduce other expenses rather than stop paying for dance classes. State subsidies to companies and public conservatories were reduced, so they turn more and more to private sponsors. Private schools rely on fees paid by students, so they turn increasingly to advertising to attract more students. They enlarge the range of dances taught, they organize events, they become more outward and flexible.
Unfortunately organizations in some countries try to limit the number of dance teachers by putting pressure on governments to recognize only diplomas offered by them. We believe that teaching dance should be open to all without any restrictions. Nothing should stop an individual from teaching, learning or performing an art, whether music, theater, dance, painting or poetry.
We do encourage all to study seriously and obtain certificates and diplomas in order to gain the confidence of students, but we insist that qualifications should not be restrictive by keeping others from teaching in private practice. Governments should resist pressure from interest groups trying to create their own monopoly in any art. A good professional is happy to rely on his/her talent, knowledge and reputation, not on privileges accorded by regulations keeping others from competing and comparing with him. Art by definition is inclusive, not exclusive.